Toque de campana

Enfermera Mina Mercromina (Asun Cebrián)

Un súper momento emocionante como pocos fue el que viví con el enfermero Baldomero (Luka Soriano) en Hospital de día de La Fe. Habíamos terminado ya nuestra intervención en este servicio y nos estábamos despidiendo del personal cuando Aurora, la supervisora, nos pidió que nos quedáramos. Una niña iba a tocar la campana, puesto que ya había terminado su tratamiento. La esperamos junto a la campana. Cuando viene hacia nosotros me doy cuenta de que no la conozco, no es de las niñas que conocemos del hospital. Tiene unos 12 años. Comenzamos a hacer una música y ella muy seria, se acerca a la campana y tímidamente la toca. Yo le insto a que lo haga más fuerte. Y comienza a hacerla sonar cada vez más fuerte. De las habitaciones asoman muchas cabezas con ojos ilusionados, esperanzados, emocionados y cuando la campana para de sonar, todo el servicio se funde en un aplauso inmenso. Tras este momento, su mamá da las gracias a todo el personal y nosotros, con nuestra música alegre, las acompañamos a la puerta con el pálpito de las emociones vividas y el reconocimiento de que, por momentos como este, estoy enamorada del oficio de payasa de hospital.

Asun Cebrián (Enfermera Mina Mercromina)

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Tirador oficial

Supervisora Remedios (Esther Ramos)

Miguel Ángel, tenia 4 anys, i estava per un problema de otorrino. Este dia anàvem amb el trio. Només obrir la porta assome el nas la doctora Esparadrapa (Elena Donzel) i tot seguit Pia (Haydeé Bañales). En una d’eixes que Esparadrapa ix de la visual de Miguel Ángel, em diu, «está todo serio». Aleshores jo calcule com entrar. De repent se m’ocurreix renyir-les dient-lis que ni se lis ocurrisque molestar. Me gire cap al xiquet i li pregunte: «¿están molestando?» i tot seriós diu amb el cap que sí. Jo lis riny i li torne a preguntar si vol tirar-les de l’ habitació, i ell amb una senyal de cap torne a dir que sí. Aleshores comencen a preparar-se i a entrar Esparadrapa i Pia per a que ell lis tire. Començe el joc que cada vegada que una assome el nas, ell amb el braç i el dit dictador, o simplement amb un gest, les fa fora. I mentre jo estic dins l’habitació dient-li que ho està fent molt bé. Al final li faig entrega de la Medalla de Millor Tirador Oficial, mentre Esparadrapa i Pia li canten una cançó des de fora de l’ habitació, prèviament autoritzada per ell. Va ser una habitació molt bonica, perquè des del cabreig que ell teníe vam aconseguir establir un joc amb ell. A més els pares primer li dient: «Però home, no lis tires», fins que van entendre que estàvem jugant. Encara que Miguel Ángel no va obrir la boca en cap moment va entrar en el joc i decidie el que volie que ferem o no.

Esther Ramos (Supervisora Remedios)

Caras de milagrito

Doña Urgencia (Jimena Cavalletti)

Aquel día en el Hospital La Fe, nos encontramos con Eva, una niña de 5 años con hidrocefalia. Me acompañaba la Doctora Vacuna (Laura Suñer). Hacía muchísimo tiempo que no actuaba en Reanimación y mayores de 4 años. A mí particularmente, es un servicio en el que me gusta trabajar y ese día fue una gozada. Nada más empezar, antes de la transmisión, les regalamos un buen cóctel de malos chistes a las enfermeras. A Vacuna aun no la conocían y a Urgencia, tenían mucho tiempo sin verla. Cuando comenzamos a recorrer los boxes, un séquito de personal nos seguía para ver nuestra labor de cerca. Llegó el momento de ver a Eva. Estaba muy muy flojita. La acompañaba su madre. Nuestra intervención empezó desde la dulzura total, muy suavecito, porque a la niña hasta le costaba mantener los ojos abiertos. Poco a poco apareció la Doctora Vacuna y los ojitos de Eva empezaron a enfocarse. La señora Vacuna se acercó a un perrito de peluche que la niña tenía agarrado y lo invitó a bailar. Los dos comenzaron con un paso para acá y otro para allá, luego giros y saltos. La pequeña estaba cada vez más enfocada y despierta. De pronto comenzó a sonreír hasta reír. ¡Impagables las caras de milagrito de su madre y del personal sanitario!

Jimena Cavalletti (Doña Urgencia)

Un regalo

Enfermero Baldomero (Luka Soriano)

En la unidad de lactantes aislados del Hospital Clínico de Valencia, desde el pasillo veo en una habitación una mujer africana con su bebé de año y medio en los brazos. Le pregunto a mi compañero, el Profesor Microscopio (Ventura Cano), si conoce la canción de «Aketumbele». Mientras él resuelve unos asuntos de coordinación, y en vista de que la mujer y el bebé nos miran atentamente, decido comenzar a cantar desde fuera de la puerta. Pero cuando me dispongo a tocar «me sale» una canción diferente: «Malaika». Al segundo acorde, la madre comienza a cantar con una voz rasgada y emocionante. En ese momento, paro de cantar por lo impactante de su voz y porque me doy cuenta de que no me sé la letra original. No obstante, la acompaño con mi guitarra y haciendo coros. En ese momento siento que detrás de mí se está formando un corro de enfermeras. La madre canta hacia la puerta y también a su hijo, que escucha sin mucha expresión en la cara y con un tono de piel amarillento. La señora continua la canción hasta el final, emocionándose y emocionándonos a todos. Acaba la canción y ante el asombro de todas, el niño comienza a aplaudir con una sonrisa en la boca. La emoción me embarga con escalofríos. Sí, estoy muy emocionado. El hecho de que sea el día de mi cumpleaños quizás dé a este «regalo» una connotación especial. Miro a mi compañero con chispas en los ojos. Necesito respirar: integrar el pequeño «milagrito» que acabo de vivir. Un sentimiento de amor y agradecimiento me invade. Después nos enteramos que la madre es una conocida cantante de Senegal.

Luka Soriano (Enfermero Baldomero)

Sonrisas en la UCI

Paquita Tiritas (Susana Giner)

En la UCI pediátrica del Hospital General de Alicante visitamos a Mireya de 12 años. La niña había ingerido sosa caustica y se había quemado por dentro. Las médicas nos comentaron que no conectaban con ella, que no se comunicaba. Estaba consciente, pero no respondía cuando le preguntaban. El primer día que entramos a su habitación nuestra sensación fue la misma, nos miraba fijamente pero no trasmitía nada. Al siguiente día volvimos a verla y le preguntamos si le gustaba la música. Al principio no se comunicó, pero al intentarlo por segunda vez, respondió asintiendo con la cabeza. Comenzamos a cantar “Un barquito de cáscara de nuez” e interrumpíamos la canción discutiendo entre nosotras: que dónde va el barco, que si cómo puede ser que un mosquito vaya navegando en él, eso no puede ser, que si viene una tormenta cómo te vas a poner a cantar… Mientras, ella nos miraba atenta. De pronto sus ojos y boca sonreían. Las enfermeras estaban alucinadas y comentaban que éramos las únicas que habíamos conseguido conectar con ella. Además, habíamos conseguido hacerla reír.

Susana Giner (Paquita Tiritas)

¿Podemos no pasar?

Teo Mómetro (Pantxi Coves)

Tocamos a la puerta pidiendo permiso para entrar a la habitación de Luisa, una niña de 7 años diagnosticada de un sarcoma de Ewing (un tipo raro de cáncer de hueso). Ella está callada y pintando, entretenida. Nos mira y deja de mirarnos, se hace la interesante.

– ¿Podemos pasar?

La niña agita la cabeza en negativa, mientras aprieta la boca que contiene una risa que trata de disimular. Sigue pintando.

– A lo mejor no hemos planteado bien la pregunta.

Nos decimos en voz alta la Dra. Pili Dora (Paqui Noguera) y yo. A partir de ese momento, cada propuesta que hacemos Pili Dora y yo es un “No” por parte de Luisa. Este procedimiento se convierte en un fabuloso juego en el que provocamos la participación de la pequeña, hasta el punto en el que deja de pintar para atender cualquier propuesta y negarla al instante. Le damos la vuelta a la tortilla.

– ¿Podemos no pasar?

Entonces se vuelve hacia su padre que se encoge de hombros mientras se ríe. Como Luisa no contesta, entendemos que podemos entrar y entramos.

– ¿Ese señor es tu papá?

Y la niña se aguanta la risa y las ganas de contestar porque no quiere decir que no. El juego evoluciona a la búsqueda de preguntas que le generen contradicciones. Luisa acumulaba conflictos y de vez en cuando, respondía “No”.

Finalmente le preguntamos: ¿Quieres que nos vayamos?

Y aquí se rio diafragmáticamente y no contestó. Solo apretaba la boca y volvía a pintar. Nos íbamos y le dijimos adiós.

– ¿No nos dices adiós?

Y ella niega con la cabeza, mientras aprieta de nuevo la boca que esconde esa risa que sigue tratando de disimular.

Pantxi Coves (Teo Mómetro)

Un oso en la cama

Auxiliar Analista (Txetxe Folch)

Visitamos a Arturo, de 8 años, con un osteosarcoma (un tipo de cáncer de hueso). Se encontraba en Cirugía Pediátrica del Hospital La Fe. Tiene injertado el pie a la altura más o menos de la pantorrilla para regenerar y después le reconstruirán la pierna. Bueno, una cosa de mecánica increíble. Es impresionante. Antes de entrar mi compañera me indica que entremos despacito y preguntemos antes, ya que es un caso “especial” por la situación emocional. Así que entramos con delicadeza con nuestro: ¿Se puede pasar…? Nos permiten la entrada con alegría. El papá y la mamá están expectantes y apagan la tele. Este gesto facilita un montón nuestra intervención. Arturo nos hace caso… a medias, hasta que me atrevo a dejar más suelta a Analista (mi payasa), con la esperanza de captar su atención. Gracias a las indicaciones de la enfermera Mina Mercromina (Asun Cebrián), Analista se pasa al otro lado de la habitación, se sienta en el sillón, hace bromas con los papas, hasta que, stop: “¡HAY UN OSO EN LA CAMA! ¡CON EL MIEDO QUE LES TENGO!!” ¡¡¡Y Pam!!! Dimos en el clavo. Vuelvo corriendo al lado de Mina, balbuceando. Espero que el oso no se despierte, así que el niño, con el pie “bueno”, comienza a mover al oso, hasta que se lo acerca a la mano, y nos lo tira. Analista y el oso luchan como locos. Felizmente, Mina interviene y duerme al oso, que a veces se despierta. Total. Al fin, lo dejo dormido al lado del niño, sabiendo que él, lo empieza a mover de nuevo con el pie para tirárnoslo otra vez. ¡Buah, qué libertad de humor y de juego! Sin prejuicios y con un poco de provocación, permitimos que el valiente niño, pudiera atacarnos con su oso de peluche, y se riera de lo lindo… ¡Genial!

Txetxe Folch (Auxiliar Analista)

Entrar por la puerta

Camillera Juanola Pastilla (Mado Vidal)

En el servicio de pediatría del Hospital Dr. Peset, Doña Urgencia (Jimena Cavalletti) y yo entramos en la habitación de Joel. Bueno, exactamente entrar, entrar, no entramos, porque era una de las habitaciones que tienen exclusa o doble puerta por tener aislamiento. Doña Urgencia entró, pero cuando iba a entrar la Camillera Juanola (el nombre de mi payasa) la puerta se le cerró en las narices y ahí empezó todo. Los siguientes cinco minutos fueron intentos de entrar con golpes a tutiplén. Joel y su abuela se partían de risa. El niño se tumbaba en la cama y se volvía a incorporar. Cuando llevábamos un rato así, entonces Urgencia dijo que le iba a enseñar a Juanola a entrar. Entonces Juanola entró, Urgencia salió, y volvió a empezar aquel disparate. Venga golpes e intentos de entrar infructuosos. Cuando nos despedimos y nos marchamos de allí a golpes, como no, casi todos los niños y niñas del pasillo estaban en la puerta de las habitaciones con sus papis/mamis riéndose y esperando más juerga, pues era la penúltima habitación por la que habíamos pasado y había sido una tarde muy divertida.

Mado Vidal (Camillera Juanola Pastilla)

La energía de Noelia

Doctora Vacuna (Laura Suñer)

En el servicio “Hospital de día” del Clínico, el Doctós Càpsulo (Jaume Costa) y yo visitamos a Noelia. La conocí en mayo del año pasado cuando ingresó como debut en la planta de oncología. La pequeña, de procedencia rumana, con gran mirada y manos inquietas, conectó con el mundo vacuno que acompaña a mi clown, la Doctora Vacuna, desde el primer día.

Seguramente tuvo que ver aquel enorme peluche en forma de vaca al que abrazaba y cuidaba con mimo. Ese día se hizo amiga de la Señora Vaca, mi marioneta, a través de la cual derrochó ternura y juego. Recuerdo que le decía: “Señora Vaca… ¿quiere dormir o bailar?… ¿Dormir?… ¡Vale!…”, y a modo de cuna se la acercó a su corazón, balanceándola y transmitiéndole/me su onda, su latir.

Aquel día Noelia era la única niña que había en el servicio. Así que cuando nos vio entrar se acercó contenta, pegando saltos, sonriendo. Con sus ojos despiertos y la abundante melena despeinada que le adornaba su pequeña cabeza. Dispuesta, y encontrando multitud de posibilidades de juego, nos observaba de arriba abajo. Se quedó prendada al escuchar el sonido de los instrumentos. Miró la flauta travesera y quería soplarla. Su mamá promete que algún día la apuntará para que aprenda a hacerla sonar. Mientras, tocamos y cantamos. A la voz de Natalia: ¡Una, dos y tres! Càpsulo se duerme sobre su mandolina y la niña espera a que se incline para pararlo y evitar que se caiga: ¡Càpsulo!

Es reconfortante contribuir a la alegría de esta niña y verla llena de energía, creciendo, jugando, escuchando con el deseo intenso del que quiere aprender y vivir plenamente.

Laura Suñer (Doctora Vacuna)

Una historia de Barbies

Auxiliar Analista (Txetxe Folch)

Miriam de 6 años, es una niña con síndrome de Guillain-Barré. Este trastorno produce el debilitamiento de la musculatura al punto de poder paralizarte. Nuestra pequeña Miriam está postrada en la cama sin aparente movilidad corporal.

Pedimos permiso para entrar y me encantó ver que la mamá había cambiado la cama de dirección. La tenía encarada hacia la ventana, mejorando dentro de las posibilidades, la estancia en el hospital. La niña nos atiende sin expresión. Me presento como Analista (el nombre de mi payasa) y vamos buscando, mi gran compañera la Supervisora Remedios (Esther Ramos) y yo, dónde está escondida la curiosidad y la risa de Miriam.

Observo que sobre la cama tiene una Barbie rosa y muchos vestidos para ella. Analista empieza a coquetear diciendo que ella es una Barbie con pelo rosa, vestidos rosas y… bragas rosas, levantándose el vestido para mostrarles las bragas rosas. Remedios intenta tapar a Analista, explicándole que no puede mostrar sus bragas y Miriam… ¡¡¡se ríe!!! De esta forma encontramos la diversión.

Desarrollamos el juego consiguiendo la complicidad de la niña y de su mamá, que nos aseguraba que las Barbies no hacían eso… Gracias por enseñarnos que, incluso dentro del difícil proceso que les toca vivir, la fantasía y la imaginación todavía tienen cabida.

Txetxe Folch (Auxiliar Analista)

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